lunes, 20 de abril de 2015

Me he malacostumbrado...

 © Milena Quintanilla
Y me malacostumbré a dormir tarde, a necesitar esa taza de café arábigo ardiendo todas las mañanas. 
He echado tantas horas frente a este ordenador que a veces creo que me entiende y hace que escribir sea más fácil. Parece que las palabras fluyeran. O quizás sea porque estoy enamorada. O no.
Me malacostumbré a necesitarle, a necesitar sus besos, sus caricias, sus susurros al oído. 
Me malacostumbré a esa sonrisa, a juntar los dos colchones individuales cuando venías, a acurrucarme en tus brazos cuando tenía alguna pesadilla y me levantaba entre sollozos, a caminar por los parques de Cartagena cuando el sol estaba por caer, a poner dos tazas de té en la mesa... Me he malacostumbrado a tantas cosas junto a ti que me pregunto que será de mí cuando la costumbre permanezca pero tu ya no.
Mila

domingo, 19 de abril de 2015

Me da rabia...

 © Gera Heusen
A veces me enfado por tonterías. Me da rabia. Rabia de enfadarme. Sé que no tengo razones y aún me da más rabia.
Me da rabia ser una caprichosa y que tu cedas a mis caprichos. Me da rabia que me consientas porque sé que lo haces por el miedo a perderme o a que me enfade contigo.
Me da rabia sentir que puedas haberte convertido en alguien más que indispensable en mi vida.
Me da rabia y me jode. Me jode mucho.
Mila

miércoles, 11 de febrero de 2015

Una realidad que ya no es mía

Siempre cuesta tanto dar un paso adelante... Siempre hay esas dudas de si lo que estás a punto de hacer esta bien o mal.
Pero soy de las que lo hace sin pensar, de las que se lanzan al abismo y no miran atrás. Aunque, he de decir, que aquellas decisiones son quebraderos de cabeza cuando todo está en calma. Hacen que me replantee lo que hice y que todo sea "¿Y si...?". Lo cual detesto.
A pesar de esto, esas acciones impulsivas han hecho que tenga memorables recuerdos como cuando atrapé una ardilla coreana y la metí en casa. Creo es una de las cosas de las que más feliz me hizo en aquel momento. Ello me enseñó muchas cosas. Verla todos los días correteando por la habitación con algún calcetín en la boca e intentando meterlo después en una pequeña casa, ver como se acostaba como un gato en el borde del sofá, sentir como se subía por la pierna cuando tenía una fresa en la mano... Son tantos recuerdos. Y a pesar de que me destruyera infinidad de cosas, siempre me sentí feliz de verla ahí, acostada sobra ayer sillón azul...
Muchas veces esto es lo que me da un empujoncito hacia delante. Me hace ver que hay tantas cosas que hacer y tanto tiempo por delante. Que no hay riesgo el cual no valga la pena. Que si algo tiene que salir mal, saldrá mal. Porque en un mundo como el nuestro, todo sigue unas normas, las cuales nos llegan a acorralar en ciertas circunstancias. Pero ¿y qué?
Estamos aquí para caer y levantarnos del suelo. Vivir infinidad de momentos.
Y si los "¿y si..?" me acorralan siempre huiré porque hay cosas que no se pueden cambiar y esas pequeñas cuestiones solo me mantienen estática y anclada a una realidad que ya no me es propia. Una realidad que ya no es mía.
Mila

miércoles, 28 de enero de 2015

Gracias por...

Tan solo el hecho de verte mañana hace que tantos días de espera valgan la pena. Tantos días de estudio, exámenes, horas y horas en la biblioteca. Horas que me hubiera gustado dedicártelas. Gracias por tus "Buenos días" de todas las mañanas. Gracias por saber esperar cada tarde mis mensajes a la hora de comer. Gracias por cuidarme, desde la distancia, de camino a casa. Gracias por no molestarte todas esas noches en las que me he quedado dormida hablando contigo y enviarte mensajes casi encriptados, imposibles de descifrar. Gracias por hacerte los 30 minutos en coche que hay entre nosotros cada vez que te necesito. Gracias por apoyarme con la universidad. Soy un poco tonta seriamente, pero saber que estás ahí me da fuerzas. Igual que con mi madre y mi hermana, me empujas hacia adelante cuando voy hacia atrás. Gracias por hacerme sentir protegida a tu lado. Gracias por todo los pequeños detalles que tienes conmigo cada vez que vienes, por cada sonrisa que me sacas, por casa suspiro de felicidad. 
Mañana te tendré a mi lado a la hora de dormir, y me daré cuenta, nuevamente, de lo afortunada que soy de tenerte conmigo. Por suerte, mañana si me duermo, no tendrás mensajes indescifrables en tu móvil...

Aún no es el momento de decirte esto, pero, creo que te empiezo a querer.
Mila

miércoles, 14 de enero de 2015

Besos

Entreabrir los ojos de vez en cuando para ver si me miras o si los tienes abiertos... Pocas veces me he imaginado besarte despacio. Despacito. Casi apenas rozándote...
Más de una vez me he encontrado con tus ojos abiertos. Abiertos como dos platos grandísimos. ¿Sabías que es como mirar a un agujero por dentro? Un profundo agujero negro rodeado de unas fibras que podrían ser del color más bonito que haya visto nunca, un azul verdoso que si lloras es turquesa, que si ríes es verde grisáceo, que si me miras se acristalan. 
Y, ¿qué me dices de esa sonrisa de imbécil que se te queda cuando nos miramos a la vez? Imbécilmente perfecta. Sonríes. Seguramente a quién se le acristalen esta vez los ojos sea a mí. Podrían mis retinas acristalarse, capturar ese momento y guardarlo. 
Y, ¿qué me dices de esos besos después de no vernos por una semana? Benditos besos. 
Supongo que cualquiera de los dos podría escribir esto y pensar lo mismo. Pensar que somos unos tontos románticos, unos chapados a la antigua. Podría ser esto una carta escrita con pluma que te llegara dos semanas después de haberla escrito...

Posiblemente esto no lo vayas a leer, pues quién sabe si algún día te diga de este pequeño rincón. Pero para que sepas que es por ti diré que hoy es miércoles 14 de enero de 2014, he tenido dos exámenes y mañana me irás a recoger a la universidad para que pasemos la noche juntos porque no te he visto por varios días y echarte de menos empieza a dolor un poco.
 
Mila